Encontrándonos ad portas de un proceso eleccionario cuyo resultado, en una de sus opciones con mayor inclinación, va a cambiar el contrato social en virtud del cual nos hemos relacionado como sociedad los últimos 45 años, considero importante revisar, recordar y tener presente ciertas situaciones y circunstancias que al ser de carácter cotidianas las obviamos, pero que han tenido un impacto enorme y positivo, que duda cabe, en el progreso y desarrollo del país.
Así las cosas, a principios de la década del 80 del siglo recién pasado, la cobertura en materia de agua potable, alcantarillado, y pavimentación de calles alcanzaba un 91,1% del territorio nacional, en tanto que la alfabetización alcanzaba a un 91,13% de la población.
Luego, al año 2020, la cobertura de los servicios de infraestructura ya referidos era de un 98,8% del territorio nacional, en tanto que la alfabetización alcanza a 96,40% de la población. Por su parte, el promedio en Latinoamérica de los mismos servicios básicos de higiene pública es de tan sólo un 70%, y la alfabetización alcanza al 94% de su población. Como anticipé, cosas que parecen tan obvias, resultando de perogrullo enumerar sus efectos virtuosos y positivos, son en definitiva un privilegio, y claramente fueron conseguidas en gran medida por el Pacto Social que nos ha regido los últimos 42 años. Debemos ser conscientes y responsables al momento de ejercer nuestro derecho cívico, mirar a largo plazo, y cuidar lo que parece tan obvio, pero que en definitiva es un privilegio. Las cosas hay que observarlas con calma, prudencia y distancia. A un filósofo o estudioso chino, cuyo nombre desconozco, se le preguntó en la década del ´70 que opinaba de la influencia de la Revolución Francesa acaecida en 1789, señalando que aún no estaba en condiciones de responder pues había transcurrido muy poco tiempo.