A propósito del caso mediático de la familia Calderón-Argandoña que tanto preocupó a los matinales de Chile, llama mi atención el hecho lamentable del tratamiento diferenciado que le correspondió al joven agresor de su padre vs personas en similar condición, pero sin el soporte de una familia con recursos e influencia en los medios de comunicación.
En efecto, la Constitución y la ley señalan que las penas privativas de libertad o de reclusión transitoria (prisión preventiva) deben cumplirse en cárceles o establecimientos penitenciarios bajo la tuición de Gendarmería de Chile. Ese es el status jurídico nacional para cumplir estas medidas gravosas de privación de libertad.
Luego, la Constitución Política declara: “La igualdad ante la ley. En Chile no hay persona ni grupos privilegiados. En Chile no hay esclavos y el que pise su territorio queda libre. Hombres y mujeres son iguales ante la ley. Ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer diferencias arbitrarias” (art. 19 N° 2).
¿Entonces que pasa?… Yo les voy a decir la verdad mis queridos osorninos.
Ocurre que en Chile tenemos una muy buena Constitución, con estándares democráticos envidiables en muchos casos, que contiene un excelente marco jurídico para proteger el estado de derecho y las libertades en general, pero que al final del día es letra muerta, tal y como lo oye.
Nano Calderón se encuentra en prisión preventiva en un centro clínico privado con gimnasio y otras comodidades que solo el dinero puede comprar. Juan Soto, en la misma situación pero sin el poder del dinero se va a la cárcel. Pero oiga, ¿y en que quedó eso de “hombres y mujeres son iguales ante la ley”?. La verdad, no lo sé.
Celestino Córdova, otra situación, otra etnia pero un común denominador, el poder de facto que la etnia mapuche tiene en la comunidad internacional que obliga al gobierno de turno a arrodillarse para hacer concesiones que ciertamente tuercen la igualdad ante la ley y que respecto a personas comunes y corrientes no aplica.
Entonces surge mi gran duda existencial. ¿De que sirve realmente desgastarnos en un plebiscito con el enorme gasto que conlleva para el erario nacional, con la ingenua idea de crear una nueva Constitución a la altura del Chile del siglo XXI si el ADN nacional no cambia?.
Lo nuestro es un problema endémico del alma nacional. Mientras la mentalidad de nuestros gobernantes, parlamentarios, jueces, fiscales y servidores públicos en sentido amplio, no cambie, ni el texto más codiciado por el mejor de los juristas elevado a la calidad de una nueva Constitución servirá para paliar las enormes diferencias que en los hechos existen entre privilegiados y no privilegiados, entre ricos y pobres, mapuches y no mapuches y por último si usted quiere, entre aquellos que puedan burlar la juridicidad por poder, influencia o amistad y aquellos que no.
Repito. Nuestra Constitución actual es una carta sólidamente democrática pero así y todo existen Nanos, Celestinos, y póngale usted el nombre que quiera.
¿Coincidencia?, no lo creo.
José Manuel Baquedano González
Pdte Colegio de Abogados Provincia de Osorno
Publicado en Diario Austral de Osorno Agosto 2020