Despedimos el 2020 con un sabor amargo. La pandemia mundial ha venido a trastocar todos los paradigmas conocidos, limitándonos en nuestros movimientos cotidianos, en nuestros trabajos, estudios y en definitiva en nuestro diario vivir.
Chile no estaba preparado para esta catástrofe al igual que el resto de los países del orbe. Ni el más sagaz escritor pudo vaticinar este nuevo orden de cosas en el cual el uso del bozal ha sido parte fundamental de nuestra vestimenta diaria.
Ha costado trabajo asimilar esta realidad en la cual debemos vivir distanciados los unos de los otros. La privacidad del hogar ha cedido terreno al mundo virtual con el cual nos conectamos para el teletrabajo, para estudiar y para interactuar con nuestros semejantes.
El mundo del derecho ha debido adaptarse a estos cambios tan radicales en el cual las audiencias virtuales han asentado un nuevo orden en el cual se aplica a cabalidad el lema “justicia en la medida de lo posible”. Esta peculiar forma de hacer justicia rompe bruscamente con el principio de la inmediación. En nada se garantiza el debido proceso para interrogar de frente a los testigos y peritos y por esta razón los juicios orales en los cuales existe imputado privado de libertad han ido posponiéndose sistemáticamente una y otra vez hasta que se levante el estado de excepción constitucional.
Los abogados hemos tenido que lidiar con esta especial forma de litigar virtualmente que en todo caso resulta mejor que esperar a brazos cruzados una vuelta a la normalidad que se ve bastante lejana. El virus llegó para quedarse y mientras más pronto lo asumamos e internalicemos mejor para todos.
En el mundo académico los resultados no son mejores. El 2020 que termina fue el año “virtual”. Profesores y alumnos hemos debido paulatinamente aceptar que lo más cercano que estaremos a nuestros educandos será a través de la pantalla de un dispositivo. Esa necesidad de interacción personal con los alumnos murió, se fue por un buen rato y quien sabe hasta cuándo. El éxito de la enseñanza está supeditado a una buena conexión a la red lo que no es gratis y al final del día solo los alumnos de familias con recursos tendrán garantizada las condiciones necesarias para hacer viables las clases a distancia, acentuando las brechas entre ricos y pobres.
En fin, el catálogo de ajustes a esta nueva realidad es enorme, pero es precisamente en circunstancias extremas en donde nacen los líderes que deberán guiar a las masas en la oscuridad para llegar a la luz tan anhelada por todos.
Chile necesita nuevos liderazgos, proactivos y generosos que nacidos en la adversidad sean capaces de crear las condiciones idóneas para superar la tormenta. Es mi ferviente deseo que el 2021 ad portas haga surgir estos nuevos liderazgos hasta ahora ocultos en la niebla.-
José Manuel Baquedano González
Pdte Colegio de Abogados Provincia de Osorno
Publicado en Diario Austral de Osorno Diciembre 2020